December 12, 2023  |  Ellie Hidalgo |  Today's Readings | Leer en español

She chose a hill at Tepeyac to make her appearance in 1531 – Santa Maria de Guadalupe, Mother of the Americas. She chose to encounter an Indigenous man, St. Juan Diego, consoling him and his people, survivors of conquest, who needed a Mother’s love in order to press forward into an unknown future. 

Last year, I traveled to the Basilica of Our Lady of Guadalupe in Mexico City with a group of Catholic women and men in ministry from the Amazon region of Latin America and the U.S. An Indigenous Mexican priest, Father Eleazar López Hernández, told us something I had never heard before: that the full message of Mary of Guadalupe has yet to be received. Centuries after her miraculous appearance, we are still in the process of understanding and living her message. You could say we’re a bit slow to get divine intervention. 

The core of Mary’s message is one of restorative justice, encounter, and mutuality among our diverse, blended, mestizaje peoples and cultures. She invites us to be in dialogue with one another and to appreciate the gifts and wisdom we each bring. In 2031, people of faith will celebrate 500 years of her apparition. What can we do these next eight years to more fully receive her message? 

Last year Pope Francis traveled to Canada and offered a historic apology for Catholic residential schools that mistreated Indigenous children and sought to erase their culture and languages. “I have come to your native lands to tell you in person of my sorrow, to implore God’s forgiveness, healing and reconciliation, to express my closeness and to pray with you and for you,” said Pope Francis. 

And in March of this year, the Vatican repudiated the Doctrine of Discovery, the papal decrees that were used to rationalize colonial conquests by Spain and Portugal claiming to “discover” lands in the Americas. 

These are stunning developments that remind me that the impulse to heal and reconcile endures through the centuries. We are connected to one another across time, and it is not too late as Christians to recognize the spiritual truth and commitment many Indigenous people have to live in harmony with God’s created world – our common home. 

Santa Maria of Guadalupe continues to encourage us to encounter one another as siblings. When I pray for her intercession, it is a prayer of memory and it is a prayer of presence. Hers is an enduring message of accompaniment: “Am I not here, I who am your mother?”

 

El mensaje sin respuesta del cerro del Tepeyac

Santa María de Guadalupe, Madre de las Américas, eligió un cerro del Tepeyac para hacer su aparición en 1531. Eligió encontrarse con un indígena, San Juan Diego, para consolarle a él y a su pueblo, supervivientes de la conquista, que necesitaban el amor de una Madre para seguir adelante hacia un futuro desconocido.

El año pasado, viajé a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México con un grupo de mujeres y hombres católicos en el ministerio de la región amazónica de América Latina y EE.UU. Un sacerdote indígena mexicano, el padre Eleazar López Hernández, nos dijo algo que yo nunca había oído antes: que el mensaje completo de María de Guadalupe todavía no se ha recibido. Siglos después de su aparición milagrosa, todavía estamos en proceso de comprender y vivir su mensaje. Se podría decir que somos un poco lentos para entender la intervención divina.

El corazón del mensaje de María es el de la justicia reparadora, el encuentro y la reciprocidad entre nuestros pueblos y culturas diversos, mestizos y mezclados. Nos invita a dialogar unos con otros y a apreciar los dones y la sabiduría que cada uno aporta. En 2031, los creyentes celebraremos los 500 años de su aparición. ¿Qué podemos hacer en estos ocho años para acoger más plenamente su mensaje?

El año pasado, el Papa Francisco viajó a Canadá y ofreció una disculpa histórica por los internados católicos que maltrataban a los niños indígenas y trataban de borrar su cultura y sus lenguas. "He venido a sus tierras nativas para contarles en persona mi pena, para pedir el perdón, la curación y la reconciliación de Dios, para expresar mi cercanía y rezar con Ustedes y por Ustedes", dijo el Papa Francisco.

Y en marzo de este año, el Vaticano repudió la Doctrina del Descubrimiento, los decretos papales que se utilizaron para racionalizar las conquistas coloniales de España y Portugal que pretendían "descubrir" tierras en las Américas.

Son acontecimientos asombrosos que me recuerdan que el impulso de sanar y reconciliar perdura a través de los siglos. Estamos conectados unos con otros a través del tiempo, y no es demasiado tarde para que los cristianos reconozcamos la verdad espiritual y el compromiso de muchos pueblos indígenas de vivir en armonía con el mundo creado por Dios, nuestra Casa Común.

Santa María de Guadalupe sigue animándonos a encontrarnos como hermanos. Cuando pido su intercesión, es una oración de memoria y es una oración de presencia. El suyo es un mensaje permanente de acompañamiento: "¿No estoy aquí, yo que soy tu madre?"
 


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